
Matilde Urrutia fue la última mujer del poeta.
Pablo y Matilde se conocieron cuando ambos tenían compromisos. Se conocieron en 1946 en el Parque Forestal. El intenso y breve encuentro se desvaneció entre la actividad artística de Matilde, y política-literaria de Neruda, hasta reencontrarse en México en 1949. Entonces, Matilde comenzará a ser la mujer que con "ardiente paciencia", según lo dicen unos versos escritos en aquel entonces, Neruda esperaba.
Entre 1949 y 1955 se encontraban de manera clandestina y Matilde se convirtió en fuente de inspiración de versos amorosos, al principio bajo el nombre de Rosario de la Cerda en los Versos del capitán y como la mujer que tenía unas lindas manos en las Odas elementales. Por otra parte, uno de los libros más famosos del poeta, Cien sonetos de amor, está dedicado por completo a Matilde.
Cuando el cáncer del poeta era fulminante, le dedicó éstas palabras a Matilde: "Si muero sobrevíveme con tanta fuerza pura/ que despiertes la furia del pálido y del frío,/ de sur a sur levanta tus ojos indelebles,/ de sol a sol que suene tu boca de guitarra./ No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos/ no quiero que se muera mi herencia de alegría...".
Poema a MatildeLXXXIX
Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:quiero la luz y el trigo de tus manos amadas pasar una vez más sobre mí su frescura:sentir la suavidad que cambió mi destino.
Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero, quiero que tus oídos sigan oyendo el viento, que huelas el aroma del mar que amamos juntos y que sigas pisando la arena que pisamos.
Quiero que lo que amo siga vivo y a ti te amé y canté sobre todas las cosas, por eso sigue tú floreciendo, florida, para que alcances todo lo que mi amor te ordena,para que se pasee mi sombra por tu pelo, para que así conozcan la razón de mi canto.
Cien Sonetos de Amor
Los restos de Matilde Urrutia actualmente se encuentran enterrados junto a los del poeta, en la casa de Isla Negra, siempre orientados hacia el mar.
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